Dedicado a las personas que creen estar perdidas y no ven que llevan el mapa al revés.
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Después de mucho tiempo sin escribir he decidido que era hora de colgar una reflexión. No se me dan bien, detesto hacerlas y cuando las hago siempre quedo insatisfecha. Pero cuando escribo una reflexión, por muy mal que se me dé, es porque realmente hay algo que me ronda la cabeza.
Hay algo que me ronda la cabeza… Ese tema del que tanto se habla y que parece que ya suena a tópico: la vida, la muerte y su relación. Suena deprimente decirlo, pero desde el momento en el que nacemos cada día morimos un poco. La muerte: Hay gente que la teme, hay gente que siente respeto, hay gente que daría su vida por su familia, otra por su país y otros locos que estarían dispuestos a morir dando una noticia entre bombas.
La muerte para cada uno de nosotros simboliza cosas distintas. Puede simbolizar ir a un lugar mejor (o peor según te hayas portado), puede simbolizar descansar o renacer, reencarnarse en otro ser o incluso volver a repetir lo vivido exactamente de la misma forma. Para otro la muerte simboliza ser materia que se desintegra bajo kilos de tierra.
Nos enfrentamos a lo mismo de distintas formas, siempre sabiendo que llegará, porque es irremediable. No puedes frenarlo, y seguramente no puedas atrasarlo. Pero quizás esa sea la gracia, sabes que esto se acaba. Es por ello que intentamos vivir una vida plena, no arrepentirnos de nada, tratar bien a los que queremos y no desperdiciar el tiempo con aquellos que nos hacen sufrir. Vivimos. Sin darnos cuenta cada segundo vivos es un cúmulo de aventuras, decisiones, preguntas y a veces incluso alguna que otra respuesta…
Desgraciadamente hay gente que no ve las respuestas, gente que cree no importar en este inmenso laberinto. Sienten que son una pieza sustituible, se sienten innecesarios. Los que les rodeamos nos extrañamos y repetimos siempre lo mismo: “¿cómo piensa eso, lo tiene todo, una familia que le quiere, es atractiva e inteligente?” Pero a esa persona no le importa. No lo ve. No ve que tú y yo no seríamos nada si no estuviera. Todos importamos, todos vamos dejando huella y vamos marcando. Te pones a pensar y dices: “Tu fuiste la persona que me enseñó tantas cosas, desde hacer trenzas, pasando por jugar al baloncesto y utilizar facebook, a hacer un Curriculum.” Sigues pensando y ves que por esa persona has elegido la carrera que estudias, que esa persona ha marcado tu forma de pensar en muchos aspectos, que con esa persona te hiciste tu primer piercing a escondidas.
¿Qué hacer cuando no quiere más? ¿Cómo ayudar a una persona desesperada? No lo sé, si lo supiera no escribiría una reflexión sino una guía. Pero sé lo que no debemos hacer. No debemos derrumbarnos, debemos ser fuertes y seguir. Demostrarle que la vida son valles y picos. Los picos llegan, pero son difíciles de subir, pero eso no significa que en el camino no te vayas a encontrar miles de cosas maravillosas. No debemos caer en la desesperación y seguir porque el único regalo que podemos hacerle a una persona que aparentemente lo tiene todo es devolverlo lo que ha perdido: la esperanza.
Hay un dicho que dice “every cloud has a silver lining”. Literalmente la idea representa la imagen de que aunque el cielo este ompletamente nublado, siempre habrá un lugar por el que el sol se intente colar. Esa idea de que tras la lluvia sale el sol. Y creo firmemente en eso, en que cada situación horrible y complicada nos trae algo positivo, a parte del hecho de que nos hace crecer. Todo lo que nos parece oscuro tiene su lado claro.
Al principio decía que desde que nacemos cada día moríamos un poco más. Quizás sea al revés, hasta que morimos, cada día vivimos más, mejor y más plenamente.
La vida es terriblemente complicada, pero eso es lo que nos hace crecer, avanzar, crear, mejorar. No perdamos la esperanza cuando todo esta oscuro, demosle la vuelta al mapa y comencemos a subir la montaña por que desde la cima todo se ve más claro.